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La llegada de los hermanos, una aventura única y auténtica

Actualizado: 21 may



Cuando ya se tiene un hijo y está por nacer otro, sentimos generalmente cierta tranquilidad dado que hemos recorrido un camino lleno de aprendizajes como padres, sintiéndonos confiados con nuestros roles paternos y maternos. Aun así, surgen nuevos temores relacionados con lograr darle un lugar al nuevo miembro de la familia, igual de importante que nuestro primer hijo o hija, desde el vínculo, el amor, las tareas parentales, la crianza, los aspectos económicos y prácticos que invitan a todos los miembros de la familia a realizar ajustes y adaptaciones.


Uno de los mayores retos que enfrentamos los padres es lograr que el primer hijo se vincule con su hermano y logre conectarse con la perdida de ser el “único” por un tiempo en el que sus padres le han brindado toda su atención y amor. Efectivamente, para los niños no siempre es fácil compartir a sus padres, ni adaptarse a los cambios que se van a producir; si los padres validan la experiencia como favorable, entendiendo que los hermanos posibilitan el compartir en el futuro de infinidad de vivencias, complicidades y afecto se convertirá en una experiencia única y autentica.


De acuerdo con esto vale la pena, adentrarnos en el significado del subsistema fraterno, según Minuchin, es “el primer laboratorio social en el cual los hijos pueden consolidar sus relaciones entre pares. En este contexto los hijos se apoyan, se aíslan, se acusan recíprocamente y aprenden uno del otro. De este modo, pares e hijos aprenden a negociar, a cooperar y a competir".





















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Para Arranz y Olabarrieta (1998) tener un hermano es clave para el desarrollo psicológico, puesto que significa tener un compañero de juego, un modelo de imitación, una fuente de conflicto horizontal y/o vertical (en función de la diferencia de edad); permite establecer un vínculo afectivo que se pone de manifiesto en comportamientos de apoyo y ayuda y, supone la presencia de un compañero de múltiples experiencias significativas. Además, las relaciones entre hermanos forman parte de los lazos más enriquecedores y duraderos que las personas puedan crear. En general, hermanos y hermanas pasan más tiempo juntos que con los padres, no sólo durante la infancia sino también a lo largo de toda la vida (Brody, Stoneman y Gauger, 1986; Lobato, 1992).


La interacción entre hermanos es extremadamente sensible a la calidad de la interacción entre los padres. Es característico de las relaciones entre hermanos el grado de ambivalencia ya que se trata de una interacción en la cual conviven episodios de relación positiva y de afecto con episodios de relación agresiva, directa o indirecta, y de evitación. Por otro lado, a diferencia de la interacción padre/madre-hijo, la interacción entre hermanos no tiene directamente una función de supervivencia, aunque esto depende en gran parte de la edad y del nivel de socialización. (Rodriguez y Gutierrez, 2015).


Dentro del sistema familiar se espera que los asuntos de la pareja estén por fuera de la interacción con los hijos, hay cosas de los hijos que no deben salir del subsistema fraterno. Entre cada subsistema existen límites, determinados por las reglas y roles de los miembros que los componen, cuya función es proteger la diferenciación de cada uno de sus miembros. Para la armoniosa integración de la familia y la interiorización de formas funcionales de socialización, es fundamental que cada miembro ocupe su lugar, ubicándose en el subsistema y en el orden que le corresponde para desempeñar el rol como padre, madre, hermana mayor o hermano menor. Según Minuchin (2003), si se pasan por alto estos principios, se produce la alteración de las relaciones intrafamiliares, lo que trae como consecuencia una distorsión de los patrones de conducta social. Es decir, por ejemplo, que si no se respeta la jerarquía con los padres, difícilmente se respetarán otras figuras de autoridad a lo largo de la vida, como al profesor, el jefe, etc.


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Darle lugar al nuevo miembro de la familia


La llegada de un hermano implica comunicarlo con la anticipación que requiera el hijo mayor dependiendo de su ciclo vital, es importante satisfacer su curiosidad, pero una cosa es responder a sus inquietudes y otra instruir minuciosamente. Se trata sólo de calmar su ansiedad y lo que más le tranquilizará es saber que sus mayores tienen respuestas claras y sus padres mantendrán su atención y vinculo. Sí que convendrá comunicarle de los cambios que le vayan a afectar de forma concreta, que no espere maravillas de un hermano que al principio se va a pasar el día durmiendo, comiendo, pegado a su mamá, con el cual no podrá jugar, por el contrario, será un niño o niña dependiente de los adultos para todas sus actividades básicas cotidianas.

Si su hijo o hija muestra interés por aprender más cosas sobre su futuro hermanito, pueden realizar, teniendo en cuenta la edad, diversas actividades para fomentar ese interés, como:


  • Ver fotografías o vídeos de cuando él/ella era un bebé

  • Leer libros sobre cómo nacen los bebés

  • Visitar amigos que tengan bebés

  • Preparar juntos la maleta para la clínica

  • Dejarle que le acompañe al médico para escuchar el latido del corazón de su futuro hermanito o hermanita.

Durante los días y semanas que rodeen al nacimiento del bebé, intente mantener las actividades básicas cotidianas de su hijo o hija mayor todo lo regulares que sea posible. Si tiene planeado hacer cambios en el dormitorio de su hijo o hija para acomodar al bebé, hágalos unas cuantas semanas antes de la llegada del pequeño. Si su hijo o hija está en la edad de afrontar algún cambio importante, afianzar su proceso de autonomía, ingresar al jardín infantil, entre otros, usted debería propiciar ese cambio antes de la fecha del nacimiento o bien aplazarlo hasta que el recién nacido lleve algún tiempo en casa.


Es beneficioso para la adaptación familiar incluir a su hijo o hija mayor lo máximo posible en las actividades diarias relacionadas con el cuidado del bebé para que no se sienta excluido.


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Algunas reacciones ante la llegada de un hermanito son:

  • Regresión. Ciertos procesos de desarrollo que había logrado como la autonomía, es decir valerse por si mismo en algunas actividades básicas cotidianas como bañarse, comer, cambios de ropa solo entre otros, pueden retroceder y buscar nuevamente la dependencia con el adulto cuidador, hasta que logre comprender que su hermano o hermana no va a desplazar el amor hacia sus padres y mucho menos su atención.

  • Cambios comportamentales: Puede disminuir su apetito, alteraciones del sueño, ansiedad de separación, especialmente de mama.

  • Celos. Es posible que los niños se sienten celosos, especialmente por el tiempo y la atención que el nuevo bebé recibe de los padres y otras personas.

  • Hostilidad. Los niños pueden mostrar rabia y hostilidad hacia el nuevo bebé. Es aquí cuando los padres afianzaran los límites y la diferenciación que cada miembro requiere para encontrar su lugar en el sistema familiar.

  • Introversión o extroversión. Los niños pueden reaccionar al nuevo bebé aislándose o manifestando sus emociones y deseos con notoriedad.


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Para aminorar estas reacciones usted puede:


  • Permitir que los niños participen con el bebé. Los padres pueden tratar de introducir lentamente a sus hijos a su nuevo rol de hermano o hermana mayor. Igualmente permitirles que sus hijos apoyen el cuidado del bebé. Aún niños pequeños pueden participar así sea como observadores, interactuando en los diferentes momentos de las actividades básicas cotidianas del bebe, o simplemente invitarlos a estar al lado jugando o realizando alguna actividad.

  • Dedíqueles tiempo para cada hijo. Los padres deben asegurarse de tener tiempo para dedicárselo exclusivamente a cada hijo. Los niños mayores necesitan saber que sus padres no los han abandonado. Los padres deben asegurarse de reservar tiempo para sus hijos cuando el bebé está despierto al igual que cuando está dormido. De esta forma los niños no pensarán que el bebé tiene que estar fuera de vista para que sus padres les pongan atención.

  • Observe y acompañe a su hijo en su desarrollo psicoemocional: La observación y la interpretación de los comportamientos de los hijos, permite calmar, regular y validar las emociones que se manifiestan de diferentes maneras, buscando comprender la situación y adaptarse a ella a través del vínculo materno y paterno.

  • Comunicación diferencial e individuación: Establezca con su primer hijo o hija, un código especial que los diferencie (palabras, gestos, frases), que les permita establecer un vínculo propio, una identidad de cada uno de los miembros y en las pautas relacionales que afiancen el vínculo con la madre y padre.





Por último, Caspi (2011) sugiere que los niños son muy sensibles a las emociones de otros hermanos. De este modo se podría aprovechar el desarrollo de la comprensión emocional en las relaciones fraternas para mejorar otras relaciones de los niños, con sus padres, maestros, compañeros. Es así como el involucramiento afectivo y al interés por parte de los miembros de la familia, tendrá una relación positiva promoviendo un mayor afecto entre hermanos.


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