"Una vez que has elegido la esperanza, todo es posible".
Christopher Reeve
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Cada sistema familiar reconoce que la interacción con el entorno es única, y que las tradiciones, los deseos, las costumbres, los valores y los retos están inmersos en momentos históricos, económicos, sociales y culturales específicos, inscritos en una historia familiar y sus legados, aun cuando no tengamos una clara consciencia de ello.
Cuando exploramos a la familia desde un enfoque sistémico, se hace necesario tener en cuenta que el sistema tiene una finalidad y es la de conservarse. De hecho, sucederán muchos eventos históricos que afectará a los miembros del sistema familiar, pero, al final, así todos sean permeados y tocados a diferente nivel por las situaciones, buscaran su unión y su permanencia.
Para ello, la familia acepta por un lado su estabilidad, pero al mismo tiempo debe aceptar un grado de flexibilidad para poder acomodarse a los diversos requerimientos de las situaciones de vida y de las distintas etapas del desarrollo por las que evoluciona la familia -el ciclo vital familiar-, lo que a su vez facilita el desarrollo familiar y los procesos de individuación.
Transitando por el ciclo vital familiar
Una familia tiene una historia con un inicio, un desarrollo, una continuidad en el tiempo y cada etapa cuenta con características y tareas propias: desprendimiento o noviazgo, conformación o convivencia de la pareja, llegada de los hijos, hijos adolescentes, nido vacío, jubilación o viudez. (Estrada, 1994).
Figura No.1
Cada momento puede desatar conflictos o crisis o por el contrario fortalecer el sistema familiar, tanto las crisis evolutivas como las crisis inesperadas pueden ser atravesadas por las personas/familias de distintas maneras dependiendo de los recursos que tengan y de las experiencias previas (adaptación a crisis anteriores). Teniendo en cuenta esto, habrá familias que puedan pasar por estos períodos de cambios con mayor facilidad y capacidad de adaptación y otras no tanto. (Estremero y Garcia).
Igualmente, la familia está expuesta a las situaciones que ocurren con otros sistemas y en el entorno que la permea (violencia, fenómenos naturales, epidemias, desigualdad, etc.), evidenciando tensiones y estrés, que inciden en el desarrollo de los sistemas familiares y la sociedad en general.
Las tensiones y el estrés familiar
El estrés familiar puede definirse como un estado de tensión que surge de una exigencia real o percibida que demanda un ajuste o conducta adaptativa, de modo que la ansiedad o malestar resultante, corresponde a la tensión percibida como desagradable por los miembros de la unidad familiar. (López, et al, 2011).
Figura No. 2
La figura No. 2 evidencia que cuando las familias y sus miembros empiezan a sufrir las consecuencias de haber activado sus recursos, la sensación es de agotamiento, lo que requiere pausas conscientes y reflexivas para estabilizarse. Cuando el estrés es crónico, algunos de los miembros de la familia, especialmente los niños, pueden desarrollar una visión hostil del mundo, hipervigilancia, ansiedad, agresividad, disminución de la capacidad empática que impactan los procesos cognitivos, emocionales, sociales, evidenciándose en enfermedades psicosomáticas o procesos de salud mental.
Entendiendo que las crisis inesperadas en el sistema familiar exigen la flexibilidad del sistema y de los miembros, es importante conocer como la familia afronta la situación desafiante. Según Asociación Educar, existen dos maneras de realizar dicha valoración:
Valoración Primaria, en la que se logra anticipar la amenaza, la persona o el grupo familiar logra manejar el estresor satisfactoriamente por medio de sus recursos y evaluar la pérdida o perjuicio.
Valoración secundaria, donde se determinan las acciones a realizar para enfrentar el estresor.
Dichas valoraciones permiten analizar las diferentes situaciones y tener mayor claridad en los recursos con los que cuenta la familia para afrontar las situaciones estresantes. Una forma de recuperarse de una situación de sobrecarga ambiental y relacional, es a través de los entornos restauradores, tales como: parques, reservas naturales, museos, escenarios artísticos, entre otros. Complementando la información anterior y atendiendo algunas limitaciones para acceder a dichos entornos, en el hogar podemos recurrir a las actividades restauradoras (Nutrición saludable, narrativa de historias, cuentos, tradiciones, expresiones artísticas, , además de procesos psicomotores como: jugar, cocinar, bailar, masajes, desafíos lúdicos, actividades sensoriales, entre otras), posibilitando percibir lejos el estresor, vivenciar sensaciones de placer, encontrar en el mismo entorno recursos de afrontamiento.
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En este sentido, la familia hace uso de sus capacidades y recursos para mantener el equilibrio ante situaciones de tensión, realizan ajustes, ante tensiones menores o se adaptan cuando las situaciones exceden la intensidad y el número de demandas dada la perdida el equilibrio y el surgimiento de la crisis, es decir la necesidad de cambio, donde se utilizan nuevos recursos intrafamiliares o se recurre a las redes de apoyo recuperando así el equilibrio que les permita continuar transitando su ciclo vital con nuevos aprendizajes, en este sentido la resiliencia surge como un proceso fundamental para afianzar los procesos familiares, sociales y medio ambientales.
La Resiliencia familiar como una alternativa para resignificar las experiencias
La resiliencia es un factor dinámico y cambiante, que se manifiesta ante ciertas exigencias dentro del sistema familiar o fuera de el. Es así, como Kalil, 2003; McCubbin & McCubbin, 1988; Patterson, 2002b, mencionan los factores protectores, que surgen como escudos ante ciertas situaciones tensionantes, para mantener saludable y competente el sistema familiar (rituales y tradiciones familiares), además de los factores de recuperación del sistema, que cumplen una función catalizadora, de cambio (comunicación, apoyo familiar, recreación).
Figura No. 3
En virtud de ello, las familias resilientes logran construir un sistema de creencias compartido que las orienta hacia la recuperación y el crecimiento. (Gómez y Korliarenco, 2010). Crean nuevos recursos, nuevas percepciones, nuevas pautas relacionales, se reestructuran y se adaptan al entorno, reconociendo que el sistema familiar es orgánico y abierto, es decir, vive en constante interacción con otros sistemas y con el entorno.
La resiliencia procura la flexibilidad o plasticidad familiar, como símil de la plasticidad neuronal, conlleva la capacidad de abrirse al cambio, de Resiliencia Familiar, reorganizar el entramado de posiciones y roles de cada componente del sistema para adaptarse a nuevos desafíos. (Gracia & Musitu, 2000). En la medida que la familia explore nuevas formas de afrontamiento, activa la vitalidad, el equilibrio y el crecimiento del sistema y de sus miembros.
En tal sentido, la resiliencia familiar se sustenta en la comunicación y habilidades para la resolución de problemas, así:
Una comunicación clara, favorecer la expresión emocional abierta y la búsqueda colaborativa de soluciones (Minuchin / 117 / & Fishman, 2004; Navarro Góngora & Beyebach, 1995).
Se requiere que los miembros de la familia puedan compartir un amplio rango de emociones, como alegría y dolor, esperanzas y temores, éxitos y frustraciones. (Minuchin & Fishman, 2004; Navarro Góngora & Beyebach, 1995; Walsh, 2003)
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Finalmente, las familias experimentan estrés y dificultades como un aspecto predecible de la vida familiar a lo largo del ciclo vital; poseen fortalezas y desarrollan competencias para proteger y asistir a sus miembros en la recuperación; se benefician y contribuyen a una red de relaciones en su comunidad, buscan, negocian y establecen una visión común, que les dará sentido, propósito y una perspectiva compartida para avanzar como grupo (McCubbin et al., 2002).
Bibliografía sugerida:
Asociación Educar, (2019). Clase 8 ¿A que nos referimos cuando decimos que el estrés afecta el aprendizaje? Curso de Neurología y plasticidad neuronal. Argentina.
Cracco, C., Blanco, M.L. (2015). Estresores y estrategias de afrontamiento en familias en las primeras etapas del ciclo vital familiar y el contexto económico. Revista ciencias psicológicas, No 9, pags 129-140. Universidad Católica Uruguay. Recuperado el 5 de junio del 2020, en:
Gómez, E. y Kotliarenco, M.A. (2010). Resiliencia Familiar: un enfoque de investigación e intervención con familias multiproblematicas. Revista psicológica, V.19, No,2. Chile. Recuperado el 7 de junio del 2020, en: https://www.redalyc.org/articulo.oa?id=26416966005
Nieto, M.C.MD. Procesos de ajuste y adaptación familiares ante la crisis. Revista Medicina familiar, fascículo 1. Colombia. Recuperado el 1 de junio del 2020, en: https://encolombia.com/libreria-digital/lmedicina/ecmg/fasciculo-1/ecmg1-proceso/