“Todas las emociones ya están registradas en nuestro cerebro, tan solo queda enfrentarnos a cada situación y nuestro sistema cerebral aporta una respuesta a la decisión que vamos a tomar, en función de cómo tengamos registradas esas emociones, podemos aprender a educar y modular en cierto modo, pero otras veces mantienen un componente irracional muy potente e inesperado". (Damasio)
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Nuestro cerebro posee tres estruccturas complejas que interactúan entre sí, el cerebro instintivo, el cerebro emocional y el cerebro racional. El cerebro emocional, también llamado sistema límbico, está formado por varias estructuras que emiten respuestas fisiológicas ante estímulos que se derivan del intercambio de información con personas y el entorno. Este cerebro interviene en los procesos de memorización, atención, aprendizaje y socialización.
Gracias a su acción, desde la primera infancia se memorizan las experiencias como placenteras o dolorosas, información necesaria para saber cómo reaccionar ante situaciones de peligro y garantizar la supervivencia. Si son placenteras se activan conductas de acercamiento o búsqueda; y si son dolorosas, se codifican como conductas de alejamiento, agresión o evitación. Es así, como se va configurando nuestro paisaje físico, mental, anímico y social.
Existe diversidad definiciones sobre las emociones, desde las neurociencias destaco a Damásio, (2003), “la emoción como un conjunto complejo de respuestas químicas y neuronales que forman un patrón distintivo. Estas respuestas son producidas por el cerebro cuando detecta un estímulo emocionalmente competente, es decir, cuando el objeto o acontecimiento, real o rememorado mentalmente, desencadena una emoción y las repuestas automáticas correspondientes. Estas respuestas provienen de un cerebro preparado evolutivamente para responder a determinados estímulos competentes cuatro renglones atrás) además de los repertorios conductuales aprendidos a lo largo de toda una vida de experiencias. El resultado primario de estas respuestas es un cambio en el estado del propio cuerpo y en el estado de las estructuras cerebrales que cartografían en cerebro y que son el fundamento del pensamiento. El objetivo final de estas respuestas es el propiciar que el organismo se oriente a su supervivencia y bienestar.”
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Conocer cómo funciona nuestro cerebro emocional, es el principio fundamental del autoconocimiento.
¿Por qué son tan importantes las emociones?
Las emociones determinan nuestra relación con el entorno, dentro de las funciones, según asociación educar, encontramos:
Función adaptativa: facilitan la adaptación de cada individuo al medio ambiente al que corresponda, que predispone a una posible huida en caso de ser necesario para preservar su vida.
Función motivacional: Las emociones pueden predisponer a la acción, por lo tanto, pueden llegar a motivarnos hacia conseguir logros.
Función social: Al comunicar lo que sentimos, facilitamos la comunicación e interacción con los demás.
Información: sobre estados de ánimo, intenciones y emociones hacia sí mismo y los demás.
El proceso emocional en la infancia.
Los seres humanos, somos concebidos con una carga genética, legados familiares, un temperamento propio, definiendo así, el inicio de nuestra identidad, la cual se complejiza durante el proceso madurativo del cerebro, dado que cada persona construye su individualidad no solo desde la biología, sino desde la interacción con diversidad de personas y el entorno. En ese inicio, las emociones nos permiten comunicarnos y asegurar protección, apego y aprendizaje de nuestros cuidadores.
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Ekman (1997), planteo las Emociones primarias, se desarrollan naturalmente desde la infancia independiente del contexto, nos permiten sobrevivir y relacionarnos con otros, dentro de ellas están:
Alegría: ocurre cuando conseguimos algo que deseábamos, como relaciones nutricias, desarrollo, experiencias de vida, procesos madurativos, entre otros, que producen sensaciones agradables y satisfactorias.
Rabia: Es una alerta que prepara el cuerpo con la energía necesaria para interactuar con el entorno. Se genera a partir de la frustración, algo que nos desagrada, ante alguna agresión, sensación de desvalorización.
Aversión: rechazo hacia alguna situación o persona. Casi siempre se acompaña de un comportamiento evitativo.
Sorpresa: La sentimos como un sobresalto, por algo que no nos esperamos. Es un sentimiento que dura poco y lleva a otra emoción.
Miedo: Lo sentimos cuando percibimos o experimentamos elpeligro. Es natural o aprendido por medio de la observación de otros. Se expresa con conductas de evitación, agresión o bloqueo.
Tristeza: La sentimos ante las perdidas, heridas emocionales o ante algunas expectativas creadas a partir de las experiencias de vida.
Emociones secundarias
Las emociones básicas o primarias se combinan al añadir el factor social y la maduración cerebral, originando las emociones secundarias, las cuales producen un rango más amplio de respuestas a los diversos estímulos propios y del entorno, logrando una mayor comprensión y gestión de estas.
Expresiones emocionales en primera infancia.
Emociones intensas… Los niños pequeños responden igual a una situación simple que a una situación compleja.
Emociones frecuentes… Los niños descubren que los gritos, las pataletas, el llanto, provocan respuestas en los adultos
Emociones Transitorias… el paso rápido de los niños pequeños de las lágrimas a la risa, de los celos al cariño.
Cambio en la intensidad de las emociones… Las expresiones emocionales que se presentaban cuando eran pequeños no son las mismas a medida que van creciendo.
El adulto acompaña la expresión emocional del niño, comprendiendo su proceso madurativo y siendo co-participe del aprendizaje integral en esta etapa de desarrollo.
Acciones encaminadas al apoyo emocional en primera infancia:
Ser conscientes de nuestras creencias y reacciones ante expresiones emocionales de los niños.
Observar la conducta emocional del niño y la propia, la situación, las personas involucradas y el contexto.
Ponerse a la altura visual de los niños, expresándoles afecto con abrazos, masajes, caricias, besos.
Verbalizarles lo que está sintiendo y ocurriendo.
Dar mensajes simples, breves y claros, validando lo que sienten.
Ofrecer alternativas para calmarse, explicándole el objetivo de la actividad:
Actividades sensoriales: texturas, aromaterapia, juegos luces y sombras, música, sabores, movimientos de balance
Motoras: yoga para niños, saltos representando animales, juegos en el agua, circuitos motores, danzar.
Juegos de roles: representando situaciones, personajes y emociones
Arte: pintar, dibujar, cantar, moldear masas, decorar objetos
Esperar y acompañarlo
Cuando finalice la expresión emocional, busque un modo de enseñar una habilidad (a través de la lúdica).
La regulación y comprensión emocional depende de la posibilidad de recibir en la infancia las manifestaciones de amor, cuidado, protección, acompañamiento, valoración, la expresión de emociones corporales, gestuales con sus padres y/o cuidadores. De permitirles Ser, participar, opinar, decidir, explorar y conocer a través de nuestra propia experiencia.
Inteligencia emocional
El camino hacia la inteligencia emocional implica según Zafra, Martos y Martos, (2014), un conjunto de habilidades cognitivas necesarias en el procesamiento de la información emocional intra e interpersonales, para lograr adaptarse saludablemente a diferentes contextos.
Entendiendo la complejidad que implica nuestros procesos de autoconocimiento, las competencias emocionales han sido mencionadas por diversidad de autores, Salovey y Mayer, las condensan en 5 dimensiones:
Consciencia emocional: en el sentir propio y el de los demás, cual es el mensaje de las emociones (alertas, obstáculos, amenazas).
Regulación emocional: toma consciencia de las interacciones entre emoción, cognición y comportamiento
Autonomía personal: comprender y entender las emociones, saber utilizarlas en la toma de decisiones.
Habilidades interpersonales: comunicación asertiva y respetuosa, capacidad empática, desarrollo moral
Habilidades de vida y bienestar: construir experiencias y vivenciar interacciones optimas en distintos contextos.
Según Asociación Educar, una persona es inteligente emocionalmente cuando es capaz de: establecer contacto con sus emociones, transformarlas en sentimientos, a través de comprender como logran Influir positivamente en su conducta y mejorar su calidad de vida.
Consciencia y gestión emocional en la adultez
Existen gran variedad de técnicas, procesos terapéuticos, investigaciones, teorías, entre otros, que nos permite gestionarlas, a través del autoconocimiento, entendiendo cómo funciona nuestro cerebro para sentirlas, validarlas, expresarlas, integrarlas, gestionarlas y aprender de ellas, a través de un proceso cíclico que nos acompañará toda la vida...¡por fortuna!.
Luego de ser conscientes de nuestras emociones, podemos ser capaces de gestionarlas adecuadamente a través de nuestra corteza orbitofrontal, la cual facilita la postergación de las recompensas y con ello regular las respuestas de huida y agresión inmediatas, a favor de que podamos evaluar mejor las circunstancias y alcanzar ventajas a largo plazo. (Asociación Educar).
Algunos aspectos que contribuyen a gestionar las emociones:
Consciencia corporal, el cuerpo es nuestro detector emocional, a través de las sensaciones corporales, podemos definir no solo la emoción, sino la intensidad (ej: la ira puede generar enrojecimiento facial)
Memorias emocionales, comprender nuestras experiencias de dolor o de placer, anticipan la expresión emocional regulada en tanto entendemos su origen y le damos una interpretación más amplia que incluye análisis y mentalización
Neuronas espejo, a través del lenguaje no verbal, se pueden hacer propias, las acciones, sensaciones y emociones de los otros, y suelen activarse automática o intencionalmente. Esto nos permite elegir si reacciono igual a la persona (ej: con agresión) o si logro calmar la otra persona (disminuyendo mi tono gestual, verbal y emocional)
Lóbulos prefrontales, la respuesta ante los eventos o las interacciones con otros, pueden darse desde el camino corto (reactividad, impulso) o el camino largo (análisis de sí mismo y de la situación - meta observación).
Escribir “a mano”: sobre nuestras emociones, pensamientos y actuaciones, ayuda a sanar y elaborar memorias emocionales de dolor, debido a que se estimulan áreas del cerebro como los lóbulos prefrontales y el hipotálamo, es decir, procesos mentales superiores como: la memoria (elaborando y memorizando nueva información), percepción (comprensión y análisis de las situaciones desde varias perspectivas), concentración, planeación, toma de decisiones, organización, asociación, desarrollo de estrategias, entre otros.
Acciones bienestar: respiración abdominal o diafragmática, alimentación saludable (grasas vegetales, aminoácidos, etc.), hidratación, ejercicio físico regular, sueño reparador (evitar luces azules antes de dormir).
Neuroplasticidad, capacidad de nuestro cerebro de crear nuevas conexiones neuronales o transformarlas, como resultado de la interacción con otros y con el entorno. Es así, como las memorias emocionales, comportamientos y creencias se modifican, logrando afianzar nuestro bienestar y proyección de vida.
Vínculos afectivos: las relaciones afectivas que promueven la seguridad, el bienestar, el autoconocimiento, el reconocimiento, el amor, la solidaridad, el apoyo, permiten gestionar emociones agradables y desagradables.
Valoración personal: el autoconocimiento, autoaceptación, autoestima, autoconfianza, autocuidado, autonomía, permiten potenciar nuestros recursos físicos, mentales, emocionales, corporales, sociales, espirituales logrando mayor seguridad y bienestar.
Habilidades sociales: el conjunto de capacidades, conductas, estrategias, que se activan en las interacciones familiares y sociales, afianzan y complejizan nuestra identidad y la de otros, a partir de una comunicación asertiva, manejo de situaciones desafiantes, empatia, valores humanos, que posibilita la expresión y gestión emocional en diferentes contextos.
Redes de apoyo: personas, grupos sociales o instituciones que aportan sostén, contención, solidaridad, cooperación, logros, estabilidad, proyectos, entre otros aspectos. Se dan a partir de interacciones espontaneas o formales, siendo significativas en el reconocimiento de cada persona, la identidad propia y del contexto en el cual se desarrolla.
Entornos restauradores: la interacción con la naturaleza, sitios de recreación, estimulan procesos sensoriales y espirituales, importantes en la activación del placer, la creatividad, la apreciación, la esperanza y la vitalidad.
Psicoterapia: La psicoterapia es un proceso formal de interacción entre un profesional de la salud mental y uno o varios consultantes, con el propósito de atender conflictos emocionales, relacionales, mentales, situacionales, ampliando el potencial de las personas y sus redes de apoyo. Todas las formas de psicoterapia se basan en los principios teóricos, etiológicos, investigativos, aplicados desde diferentes modelos de intervención.
Conexión espiritual: lograr un estado de consciencia mayor implica conectarse con la divinidad, apreciar, valorar, agradecer la vida en sus simplezas y complejidades. Se logra a través de la oración, la meditación, atención plena, yoga, entre otras actividades, teniendo en cuenta las creencias personales.
En conclusión, son varias las opciones para lograr gestionar nuestro mundo emocional y lograr reconocer la importancia de estas en nuestra vida, en tanto, protegen nuestro ser, nos brindan información para crecer y vincularnos…nos dan la oportunidad de sentirnos vivos.
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