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Acompañamiento del adulto en la organización y la interiorización de los límites en los niños

  • 9 nov 2018
  • 6 Min. de lectura

Actualizado: 3 mar 2022

Coautoría, Karina Hernández Quiceno - Terapeuta Ocupacional, Master en desarrollo en atención temprana


Al hablar de límites es indispensable conocer sobre el cerebro, entender su funcionamiento y maduración nos permitirá tener variedad de recursos para una crianza consciente, amable y saludable.





La maduración cerebral es un proceso lento, que abarca desde el nacimiento hasta los 7 años de edad para alcanzar un 90% de nuestro potencial, llegando a su máximo nivel aproximadamente a los 25 años, cuando maduran nuestros lóbulos prefrontales o centros del control, encargados de organizar las funciones cotidianas como administrar el flujo constante del pensamiento, recuerdos o informaciones sensoriales, el pensamiento reflexivo y los juicios éticos.


Hay evidencia que el cerebro continuamente está realizando transformaciones y nuevos aprendizajes (plasticidad cerebral), por lo tanto, en cada etapa de desarrollo se espera que los adultos realicen los ajustes necesarios para la organización, estructura y el establecimiento de los límites hacia los hijos.

Nuestro cerebro se subdivide en tres áreas según las funciones que desempeña y sus tiempos de maduración son diferentes: El cerebro instintivo es el básico, en el que se encuentran los reflejos, y se encargan de las funciones automáticas como la respiración, los latidos del corazón, la coordinación, la regulación y el control motor, indispensables para la integración de las normas y limites en los niños. Este cerebro requiere de nuestros primeros años de vida para irse perfeccionando, por lo cual entre los 6 y 7 años hemos adquirido la mayor parte de nuestras habilidades y destrezas psicomotoras.


El segundo cerebro es conocido como el área límbica o cerebro emocional, quien recibe y modula las emociones, las evalúa como a favor o en contra de nuestra supervivencia, las transmite a la corteza para ser analizadas. Se encuentra íntimamente ligada a la maduración de cerebro instintivo y es fundamental para acceder a la corteza cerebral. A través de ella creamos nuestras memorias emocionales, durante nuestros 7 primeros años de vida según la genética, el temperamento de los niños, los vínculos, interacciones y experiencias con otros.

Es así como si un límite se establece a partir de agresiones, represión, autoritarismo, surgen emociones asociadas al miedo, la rabia, la frustración y/o a la tristeza, si por el contrario aparecen como parte de la cultura familiar donde todos actúan de manera coherente y por convicción, pues el niño así lo aprenderá, con un clima familiar tranquilo y armónico y será la oportunidad de construir sus propios límites y respetar el de los demás.


El tercero, el más conocido, el cerebro racional, al que llamamos corteza cerebral, el cual tarda mayor tiempo en madurar, especialmente el área prefrontal (hasta los 25 años aproximadamente) y es el que nos permite tomar decisiones, anticipar, reflexionar, pensar, analizar, atender, cuestionar, regular, controlar emociones y acciones de manera voluntaria, por lo cual nuestros niños requieren modelos de aprendizaje coherentes y el acompañamiento constante de los adultos en el procesamiento y comprensión de los límites, que representan una parte de la cultura familiar.


En este sentido, para afianzar los límites en los niños, como parte del proceso de maduración cerebral y socialización, es determinante la organización física y mental para adaptarse a las personas, al entorno y a los aprendizajes; es importante ir estableciendo a los pocos días de nacer los horarios de alimentación, baño, sueño, juego, limpieza (actividades básicas cotidianas), permitiendo a los pequeños entrar en contacto con cierto orden social, mental y emocional.


A medida que los niños van creciendo y avanzando en el control de su cuerpo, inician la participación en las actividades diarias, mostrándoles que toda actividad tiene una duración y el cómo desarrollarla dependiendo de la cultura del contexto en el que se encuentre.


Es importante que les trasmitamos lo que se espera de ellos, brindarles espacios que les permita fortalecer su autonomía (encargarse de sí mismos), introducir en las actividades diarias lo que implica desarrollar cada una de ellas de principio a fin, siendo perseverantes y coherentes con las normas familiares. Un ejemplo de ello sería el asumir de principio a fin el cambio de ropa, entendiendo que la actividad termina cuando la ropa que ya utilizó quede en un sitio donde la familia deposita la ropa usada.


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Para qué sirve la organización y los límites:

  • Muestran la función protectora de la familia, necesaria para el fortalecimiento de los vínculos entre padres e hijos, para construir la valía personal, la seguridad y la confianza del niño. Dándole al niño un lugar en la familia, como parte del proceso de identidad y estructura familiar.

  • Les permite a los niños conocer cuáles son los comportamientos aprobados socialmente en los diferentes contextos, logrando adaptarse a la cultura de su entorno familiar, escolar, social.

  • Posibilita la regulación emocional de los niños, a partir de conocerlas y gestionarlas los primeros años a través de los adultos y posteriormente en la interacción con sus pares.

  • Delimitan las decisiones de los padres sobre los niños y en las que los niños pueden participar

El proceso del aprendizaje de la autorregulación y el dominio de sí mismo empieza en la infancia, cuando los bebés empiezan a desarrollar un sentido del ser a través de su cuerpo y los vínculos.


El proceso de aprendizaje sobre el dominio de sí mismo se vincula muy estrechamente con la manera en que un niño se siente sobre sí mismo y las frustraciones que forman parte de la vida cotidiana. Los niños necesitan ayuda y práctica para construir su tolerancia a la frustración. Es así como los padres podrían:

  • Brindarles oportunidades para que elijan y decidan por sí mismos. ( ofreciéndoles dos opciones).

  • Ayudarlos a perseverar en sus decisiones puede ser difícil, pero para los niños es importante experimentar las consecuencias de sus elecciones (al menos algunas veces).

  • De la misma manera, cuando usted da a un niño pequeño una opción, respete su decisión. Por supuesto, no todo puede ser una opción y no todas las cosas son negociables.

  • La anticipación es siempre útil y alivia el estrés para los adultos y los niños pequeños por igual. ponga a los niños sobre aviso antes de cambiar alguna actividad, como el final de la hora de juego, la salida de paseo, o la llegada o la partida de invitados.

  • Sea persistente, porque el cerebro necesita experiencias repetidas para que se produzca el aprendizaje

  • A menudo los niños parecen tener energía ilimitada, ofrezca en lo cotidiano momentos lúdicos, estrategia fundamental en el aprendizaje de límites y normas, que conlleva más adelante a la autorregulación, a partir de autonomía, identidad, valoración personal del niño, brindándoles tiempo y espacio para actividades motoras gruesas como correr y saltar incluyen trabajar con plastilina, martillar en un banco de trabajo o dedicarse a otro juego físicamente activo.

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Además, es importante que los adultos:

  • Expresen claramente lo que se espera de ellos, cual es el lugar en la familia, su rol, funciones, jerarquía, límites y normas.

  • Permitan y validen las expresiones emocionales de todos los miembros de la familia, lograr que los padres reconozcan sus emociones, pensamientos y acciones para así acompañar y dar opciones a los niños logrando que comprendan sus emociones y las situaciones o interacciones que las producen.

  • Tengan presente que al ser modelos de imitación debemos ser conscientes de nuestras actuaciones, emociones, gestos, comunicación, actitudes, creencias, pautas relacionales, maneras de afrontar las diferentes situaciones que vivimos con nuestros hijos.

  • Fortalezca en su hijo la autonomía, bríndele la oportunidad de realizar sus actividades básicas cotidianas, con su acompañamiento (bañarse, cambiar su ropa, alimentarse, participar de actividades domésticas, guardar sus juguetes, tomar pequeñas decisiones, entre otras, con el fin de afianzar su proceso de identidad y valía personal.

  • Recuerden que su palabra es muy valiosa en el proceso de crianza, si usted se ha comprometido con algo, cúmplalo, comunique las consecuencias de las decisiones o comportamientos, ofrezca opciones de reparar las actuaciones que no son permitidas en el núcleo familiar. Esto le dará al niño la posibilidad de confiar en usted, y sentirse seguro dentro de la familia

El objetivo es guiar a los niños y establecer límites para que se sientan acompañados, apoyados y amados, no juzgados ni rechazados.


Bibliografía

 
 
 
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